Tal como llegan las tormentas en el mundo natural, podemos estar seguros que durante la jornada de nuestra vida, también experimentaremos alguna tormenta espiritual.
Dios no quiere que vivamos de forma perpetua bajo tormenta. Sino que atravesemos por ella encontrando refugio y paz en medio de ella. Cada tormenta tiene un ojo, que es ese centro de quietud y paz. Asidos de Jesús podemos estar quietos y en paz en el ojo de las tormentas que lleguen a nuestras vidas. Así estaremos libres de temor o ansiedad para ayudar a otros. Repasando las diferentes tormentas que se mencionan en la Biblia, he encontrado verdades valiosas acerca de cómo Dios nos responde cuando estamos en medio de una. Dios puede proveer un refugio, como lo hizo con Noe. Le indicó a Noe que construyera un arca de refugio, para él y su familia. La historia relata que Dios cerro la puerta del arca, y la única ventana que Él proveyó miraba hacia el cielo. Ellos solo podían mirar hacia arriba y no podían ver la devastación que estaba ocasionando la tormenta. El arca es símbolo de Cristo, cuando por fe confiamos en Él para salvación a través del arrepentimiento, perdón y bautismo. Él viene a ser nuestra arca de seguridad contra el juicio y cualquier tormenta que la vida pueda traernos. Con nuestra mirada levantada hacia El, no veremos la devastacion que produzcan las tormentas. El tambien puede enviarnos una tormenta para que reaccionemos espiritualmente como lo hizo con Jonás. Éste subió a un barco huyendo en dirección opuesta al lugar que Dios le ordenó. Cuando él confesó su desobediencia la tripulación del barco, lo tiró al agua. Terminó en el vientre de un pez grande, donde tomó la decisión de obedecer a Dios. A veces Dios puede usar las circunstancias tormentosas en nuestras vidas para llamar nuestra atención cuando vamos en dirección equivocada, o cuando necesitamos ajustar nuestra actitud. Copyright de Nilda