La Palabra enseña que la oración es un acto por el cual verdaderamente se entra a la presencia de Dios. Si tu piensas en la oración como un medio para entrar en la presencia de Dios, podrás entender por qué suceden cosas maravillosas cuando tu oras. Cuando ores, puedes imaginarte que te acercas a Dios y experimentas su imponente santidad. Cuando tu te acerques a Dios, no es apropiado entrar súbitamente en su presencia y bombardearlo con tus necesidades. Primeramente agradécele todo lo que Él ha hecho por ti. La acción de gracias es el modo apropiado de acercarse a Dios.Tu puedes estar tan ocupado en presentar tus pedidos a Dios en oración que olvidas separar un tiempo para expresar gratitud. ¿Qué decir de los motivos presentados anteriormente y que Él ya contestó? Es cierto que uno no recibe todo lo que pide. Puede que tu aun estes aguardando una respuesta. A veces, la respuesta que esperas no es parte del plan de Dios, y Él te ofrece una respuesta que es mejor para ti de la que aguardabas originalmente. También es cierto que Dios responde muchas de tus oraciones de la manera en que las expresastes. El siguiente paso para orar con fe, requiere que tu te concentres en la persona del Padre y lo que Él significa para tu vida. Jesús nos enseñó a los discípulos simplemente a orar. Les mostró cómo conocer al Padre mediante la oración. El hecho de concentrarte en Él contibuira a que hagas el hábito del devocional. Te ayudará a superar distracciones o requisitos para conocer a Aquél a cuyo trono tu te acercas. Te ayudará a comunicarte con Él. Deja de lado los demás pensamientos al perseverar en tu esfuerzo para concentrarte en el Padre. Al acercarnos a Dios mediante la oracion debemos ir en actitud de alabanza, como lo indica el Salmos 104:4. La alabanza se basa en la adoración a Dios. La adoración es lo que tu haces al honrar a Dios o rendirle culto.Cómo se hace esto? No importa que uno esté arrodillado, de pie, sentado o reclinado. La alabanza es un elemento importante de la oración, sin tener en cuenta cómo tu alabas a Dios ni bajo qué circunstancia lo haces. La alabanza ha de ser constante, como lo indica el Salmos 34:1. La alabanza eleva tu vida de oración por encima de ti mismo. Copyright de Nilda
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sábado, 18 de agosto de 2007
lunes, 13 de agosto de 2007
LLENOS DEL ESPIRITU
A medida que el Espíritu de Dios llena el espíritu del hombre, también el cuerpo empieza a incorporarse a este nuevo estado espiritual. Todo en nosotros obra en armonía con el llamamiento de Dios. La confianza en Dios, y en uno mismo, se robustece a medida del continuo crecimiento espiritual, de manera que los actos son regidos ahora por el Espiritu Santo, que nos da capacidad de autocontrol superior a la que posee la gente corriente. El autodominio, ya no sera una violación a la tendencia natural, porque un nuevo hombre se ha formado según la voluntad de Dios. Ahora la disposición natural del nuevo ser ha sido transformada, y es dirigida hacia metas superiores. Cuando realiza el bien, esto sera de lo más normal ya que ésta en su nueva naturaleza. Es el nuevo hombre que ya no esta subordinado a las tendencias naturales, del hombre corriente. El Espiritu Santo actúa en nosotros y pone sobre la nueva criatura recreada, unas inclinaciones nuevas para hacer su voluntad, sin jactancia y todo nuestro ser coopera con éste divino propósito. La palabra nos ordena: "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos naturales engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Este mandamiento, es imposible de cumplir para la persona inconversa. Pero es perfectamente alcanzable si entregamos a Cristo todo nuestro ser; espíritu, alma y cuerpo, actuando el Espíritu Santo en nuestras mentes y en nuestros corazones ya entregados a Él. Es un mandamiento que solo exige lealtad y autodominio posibles de forma natural, al nuevo hombre y a la nueva naturaleza para que, haciendo la voluntad de Dios, sea algo grato que nos llene de satisfacción. Tomado del libro, El Cetro de Poder Restaurado, autora Nilda Vazquez
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