domingo, 27 de enero de 2008

EL AGUA DE VIDA



Después de un tiempo de haber comprado unas plantas, mire que nuestras plantas estaban tristes y algunas estaban muriendo por falta de agua. Inmediatamente, regué todas las plantas. Pensé: Quizás puedo salvar alguna de las plantas. Al poco tiempo, noté que algunas de las plantas habían revivido. Lucían llenas de vida y como si hubieran sido regadas todo el tiempo. ¡Qué cambio! Esta experiencia me recordó que los seres humanos nos podemos sentir atropellados, solos, sin esperanza, a veces confiando sólo en nuestros propios recursos para resolver nuestros problemas creyendo en nuestra suficiencia propia. Al igual que esas plantas tristes, no podemos continuar sin el agua espiritual, porque nos secariamos. Necesitamos el agua de vida que sólo Jesucristo puede ofrecer. Así como a la mujer samaritana se le dio la oportunidad de recibir el agua de vida eterna, nosotros también podemos recibir esta agua de vida a través de la fe en Jesucristo por medio de su palabra. Tomemos diariamente de esa agua de vida disponible gratuitamente para cada uno de nosotros y que sacia todas las profundidades del alma. Tambien compartamosla con otros para que encuentren la fuente del agua de vida eterna. Copyright by Nilda