Para predicar el evangelio y hacer discipulos en todas las naciones, es esencial fortalecer las relaciones personales. Las relaciones inadecuadas levantan barreras para testificar del amor de Cristo a otros, para capacitar y discipular a otros, para preparar a un disicipulador o servir como colaborador . Los creyentes funcionamos como una familia en la que hay amor, pero como toda familia, se experimentan malentendidos y se pasa por situaciones dolorosas. La comunicacion entre creyentes es el centro de la experiencia crisitana. Nuestra relación con Dios, por medio de Cristo, nos une con otros creyentes formando asi el cuerpo de Cristo. Gracias a la muerte de Jesus en la cruz se pagó la pena que nuestro pecado merecía y se restauró la relacion quebrantada que teniamos con Dios. ( Rom. 5:1). Esto tambien hizo posible que las relaciones entre los hijos de Dios sean las correctas. Juan dice que el amor por Dios se refleja en el amor del uno por el otro. Si alguno dice: "Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿como puede amar a Dios a quien no ha visto? El amor de los unos por los otros es la manera de demostrar que hemos pasado de la muerte espiritual a la vida eterna en Cristo. Alguien que demuestra el amor de Cristo a los demas testifica de su vida eterna. Las diferencias de opiniones, los celos, confictos de personalidades y luchas por el poder dañan las relaciones personales entre los individuos. Los discípulos se enojaron con Santiago y Juan y estaban celosos de ellos porque querian tener lugares de preferencia en el reino. Pero nuestra relacion con Cristo hace posible que nos reconciliemos con Dios y con los demas. Según Mateo 6:14-15, el pecado destruye las relaciones humanas. Si no perdonas a los demas cuando te agravian, ¿como puedes esperar que Dios te perdone? Las relaciones humanas se restauran mediante el perdón de Cristo. Por eso si no se ama al hermano, tiene muy poco sentido decir que se ama a Dios.
