domingo, 25 de marzo de 2012

ELIGE LA BUENA PARTE

Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” Lucas 10:38 al 42
Si hay algo que no podemos dejar de reconocer en Marta es su predisposición de recibir y servir al maestro, sin embargo, ella se equivocó en la manera de ejercer estos actos.
Quizás algunos pueden identificarse con Marta, pues JESÚS ESTABA HABLANDO. Para personas tan ocupadas a quienes no les alcanzan
las horas del día para sus quehaceres, el acto de escuchar es una pérdida
de tiempo. Viven acosados por el reloj que les pisa los talones.Y
esencial mente si alguien está hablando, escuchar atentamente significa dejar de hacer aquello que los ocupa y concentrarse en el mensaje que se le está comunicando. Me imagino la cantidad de veces que diariamente el Señor desea ser escuchado… pero muchos no lo dejan, porque no dejan lo que tienen entre manos para escucharlo activamente.
Quizás algunos le piden a Dios que actúe frente a una situación y piensan que Él no les contesta, pero, quizás, no se han detenido
a escuchar su voz.
Marta le reclamo a María. Ella miro a María y lejos de comparar y darse cuenta de lo que estaba perdiendo, se enojo con María
y le reclamo a Jesús (no a María) que le ordenara que la ayudara. Ella no se dio cuenta de lo que debía hacer, ni preguntó a Jesús que es lo que debía hacer.
¿Cuántas veces le imponemos al Señor nuestra voluntad y le reclamamos aquello que nosotros pensamos debe ser? Queremos manipular a Dios, porque estamos convencidos de nuestros propios planes. Ya hemos trazado nuestras metas, nuestros sueños y reclamamos a Dios que se adapte a ellos. Pero Dios es Dios y necesitamos dejar que El lo sea, sin tratar de demandar nada.
Marta estaba muy afanada y turbada. Pero la mayoría de las personas pueden identificarse con esta actitud de preocupación. La preocupación es parte de la vida, y me atrevo a confirmar que aquello que turba, afana y preocupa no son verdadera mente problemas mayores; porque ante la desaparición resulta más fácil dejar en manos de Dios aquello que nos excede en capacidad. Pero aquellas pequeñeces que llenan nuestro día, no las entregamos tan fácilmente a sus manos, prefiriendo ocuparnos de ellas, nosotros mismos. La vida se nos llena de preocupaciones. Tenemos tanto trabajo en nuestra casa que no nos damos cuenta de que Jesús está en ella, sentado en la mesa de la cocina, esperando un encuentro.
Ante tantas preocupaciones, tanto trabajo por delante, ¿Jesús dice que tan sólo una cosa es necesaria? Lo necesario es lo vital, lo que resulta imprescindible, aquello de lo que dependemos para vivir. Cuando ponemos en perspectiva lo necesario, todo lo demás queda reducido a pequeñeces que suenan hasta ridículas. Y , ¿qué es lo necesario?...
¿No es acaso su voz?, ¿no es acaso su Palabra?, ¿no es acaso conocer su voluntad?, ¿No es acaso Él?
Escoger la buena parte que no nos sera quitada es escoger Su
Palabra, su voz, su amor, su paz, sus enseñanzas, su sostén, sus promesas las cuales no nos serán quitadas cuando elijamos escucharlo y seguirlo día a día. Cuando elijamos arrodillarnos a sus pies y
maravillarnos en contemplación con todo aquello que Él nos ha preparado.