Hay un tiempo en la vida de cada mujer cuando ésta tiene que darse un vistazo mas de cerca. No a sus circunstancias, no a lo que ha hecho o alcanzado, no a las injusticias de la vida, o a quien le hizo hacerlas. Ella tiene que solamente mirarse a si misma en toda su gloria e imperfección. Alguna vez has admirado a una mujer que ha atravesado por cambios en su vida? O te has hecho la mente de que ella es un enredo? Antes de que cometas este error, detente y mira mas de cerca. Una mujer que ha sobrevivido los eventos mas ínusuales es alguien de sabiduría, alguien que ha sido escogida por Dios para atravesar por situaciones que la han hecho mas fuerte. Piensa en todas las grandes mujeres de la Biblia: María Magdalena, la mujer con el flujo de sangre, Éster y la mujer samaritana entre muchas otras. María fue una ramera, pero para el tiempo que Jesús obró en su vida, ella fue su seguidora mas cercana. Éster, una mujer pobre llevada cautiva para ser la esposa de un rey, se convirtió en una reina quien libero al pueblo judío de una masacre. La mujer samaritana quien tuvo muchos maridos, pero cuando Jesús le dio a probar el agua de vida, su corazón se tornó en un cántaro, de donde saltaba agua de vida para los demás. Muchas mujeres son rápidas en juzgar y reducir a otras en lugar de tratar de sostenerlas en pie. Por eso antes de comentar: Que es lo que le pasa a ésta o aquella?... es mejor que nos preguntemos... Que es lo que pasa conmigo? Esa mujer puede ser su madre, hermana, tía, nieta, abuela, bisabuela, vecina, amiga, etc. Esa mujer podríamos ser usted o yo. Las mujeres hemos sido hechas para ser portadoras de vida y no canales de muerte. Llevemos a cabo nuestra tarea de edificarnos y motivarnos unas a otras. Estimulando, amando, perdonando y olvidando. Que muchas mujeres puedan ser influenciadas de formas positivas con el toque de nuestras vidas, pues todas somos hermanas en Cristo e hijas del mismo Padre Celestial!
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