Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, somos una nueva creación, que ha dejado el pasado y su vieja identidad donde pertenece...a los pies de la cruz. Al aceptar el llamado somos adoptados como hijos y pasamos a tomar nuestro lugar en la familia de la realeza celestial. Desde ese entonces somos príncipes o princesas del Rey de reyes. Desafortunadamente, muchos han cambiado la verdad de lo que Dios dice que somos, por una versión manchada de su imagen, vestidos de la aprobación de otros y adornados con sus propias inseguridades. Sin embargo hoy, usted también puede reclamar su posición en este reino porque su Padre el Rey tiene un propósito divino para usted. Puede descubrir cómo vivir la vida de realeza que le pertenece en Cristo el Rey, sabiendo que Él también nos capacita para vivirla aquí y ahora. La palabra de Dios nos dice que Él quiere derramar todos sus favores sobre nosotros. El Rey quiere darle todo don perfecto que proviene de Él, no porque usted se lo merezca o sea perfecto, sino porque Él es bueno. Pero para que esto se haga una realidad en su vida, tiene que expandir su fe y visión. Deje atrás la manera negativa y limitada de pensar, las fachadas e imitaciones religiosas y comenzar a visualizarse como Dios desea que usted lo haga: como un hijo digno del Rey que llevó una corona de espinas para que usted pudiera vivir desde aquí llevando una corona de gloria y honor como hijo del Rey del Universo. Una forma errónea de pensar detendrá el poder gozar las bendiciones que nuestro Dios tiene para nosotras. Mire con los ojos de la fe y disfrute su nueva identidad de príncipe o princesa gracias a Cristo. Acepte el reto y disfrute la posición de realeza en la familia celestial en que Dios pensaba para usted cuando le redimió. Así podrá reconocer el gran impacto que usted puede tener en el mundo que le rodea. Tomado del Libro PRÍNCIPES Y PRINCESAS DEL REINO, autora Nilda Vazquez.
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