Todos los milagros que registra la Biblia empezaron con un problema. Por eso si usted tiene un problema, no se desespere. Porque esto quiere decir que usted es candidato a recibir un milagro de Dios. Pero tiene que extender la mano y tomarlo. Dios hace lo imposible pero quiere que nosotros hagamos lo posible. Un buen ejemplo de esto lo tenemos en Juan 9:1 Cuando Jesús se encontró con un ciego de nacimiento, al cual le unto lodo en los ojos y lo mandó a lavarse en el estanque de Siloé. A lo mejor podríamos pensar: ¿Porque no le dijo solamente que fuera sano y ya? ¿O porque no dijo a sus discípulos que guiaran a aquel ciego hasta el estanque? Jesús tenía poder y autoridad para hacer cualquiera de estas cosas, pero no lo hizo así porque el quería enseñarles tanto a ellos como a nosotros que tenemos que extender la mano y tomar los milagros. Aquel hombre lo hizo: creyó a Jesús, fue se lavo con el agua del estanque y regresó con la vista sana. Pudiendo ver. Y Dios quiere que nosotros también demos ese paso haciendo nuestra parte. Y nuestra parte es que usted extienda sus manos y aplique en sus ojos espirituales el agua de vida de su palabra. Cuando usted haga esto que es confiar plenamente en los meritos de Cristo a su favor y en su palabra viva, entonces usted podrá flotar por encima de las situaciones difíciles y elevarse como el águila. Haga esto y yo le prometo anticipadamente el triunfo.
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